Apartamento Manckël

Ha sido una de las noches más largas de su vida, extrañamente parece que tenía que hacer muchas cosas por el bien de los demás, como si ella fuera una especie de hermana de la caridad, aunque también es cierto que no se ha negado a ninguna de ellas. Tras haber ayudado a Ev y Scott ha decidido dejar al chico en la sala de recuperación, sinceramente ese sitio no le gusta y cuando Scott se ha dormido ella ha salido por patas.

Pensaba volver a su casa, cerrar los ojos y olvidarse de todo cuando sus pasos la han llevado hasta el edificio donde vive Virgil. A esas horas de la noche el frío es más que notable y ella que apenas lleva una fina chaqueta se frota los brazos mirando hacia el cielo. Finalmente entra, pensando que tal vez encuentre a Virgil dando saltitos en su casa, aunque una parte de ella se dice que no, que teniendo en cuenta todo lo que ha hecho esa noche debe haberse llevado algún que otro golpe. Ha subido por el ascensor aun en sus pensamientos por lo que cuando las puertas se abren y sale se dice a sí misma que debería marcharse pero hay un pequeño detalle que le llama la atención: sangre. Y la puerta del piso de Virgil abierta. Como si de una película de terror se tratase y ella fuese la estúpida protagonista decide adentrarse a ver cómo va todo. Debería irse. Pero bueno, sin esta actuación no habría película

- ¿Virgil? –Murmura, pero no obtiene respuesta. Una vez en el interior del piso cierra la puerta tras ella intentando no pisar la sangre del suelo, cosa un poco difícil. No tarda en divisar el cuerpo de Virgil y el... cadáver de su perro. Qué imagen más desagradable. Intentando no mirar en esa dirección se acerca hasta el chico, inclinándose a su lado.- ¿Virgil? –Intenta tomarle el pulso.

Iba a tomarle el pulso en la muñeca izquierda, pero al ver el aspecto de ese brazo y el horrible corte que tiene desiste y lleva su mano hasta el cuello del chico, no necesita tomarle el pulso porque ve como abre los ojos y pronuncia su nombre. Esboza una media sonrisa al escuchar sus palabras y se encoge de hombros.

- Tengo las palomitas en el microondas. –Comenta de pasada, mirando de reojo al perro, ¡dios que asco! Ya podía haberle matado en otro sitio, vuelve la vista a las heridas de Virgil, centrando su atención en estas, tiene unos conocimientos básicos de curar heridas, pero esto sale de ellos, no sabría ni por donde empezar.- Vamos, Virgil, tienes que tener por aquí algún suero –no puede ser tan inútil como para no tener nada de eso en su casa-, dime donde está.-Procura hablar en un tono bajo, tampoco hay necesidad de elevar la voz.

Se siente como la enfermera de todo el MIB de las narices, habrá que ver quien va a cuidarla cuando coja un resfriado de nada.

Mantiene una media sonrisa por acompañar un poco las carcajadas de Virgil, aunque realmente no le apetece mucho reírse y sospecha que el no debería hacerlo, tiene un aspecto lamentable. La pregunta le pilla por sorpresa pues pensaba que simplemente le indicaría donde están los sueros. No sabe que contestar, siendo sinceros, porque no sabe porque quiere salvarle, debe de ser que haber salvado a Ev y Scott ha provocado en ella un nuevo sentimiento de hermanita de la caridad, después de esto se marchará a un convento y de ahí a ayudar a los pobres... vale, no.

- Porque tú harías lo mismo por mí –dice en un tono que deja bastante claro que sabe que no es así, que él se sentaría a verla morir. Y pensar eso le provocan ganas de alejarse y quedarse mirándole.- ¿Me lo vas a decir o es que quieres morirte? –Nadie quiere morir, en el fondo, aunque sea muy en el fondo todas las personas desean vivir, recuperarse, tener una vida. Vengarse.