Hotel Ito

Asiente un par de veces mientras la escucha y después vuelve a reírse. Si ya lo sabía él, había metido un poco la pata. Por suerte, la chica parece tener todavía esperanzas de que, en realidad, no esté tan loco como parece. Eso es bueno, aún tiene una oportunidad de poder tener amigos en un futuro no muy lejano.
- Es que soy un tanto inusual - admite encogiéndose de hombros - la sociedad me ha hecho así - dramatiza - podría haberte dicho simplemente: "Hola". Pero tú me hubieras contestado otro hola y ahí se habría acabado la conversación. En cambio, ahora sabes que las nubes huelen estupendamente ¿No es genial? - ahora la chica contesta que no lo es, se va y él se tira por la borda

No pudo evitar sonreirse de nuevo ante la parrafada que le había soltado el chico, todavía estaba terminando de asimilarlo todo, que era demasiado información, además de que ella precisamente hoy, no había tenido un día que se pueda considerar bueno. - Eh... claro tienes toda la razón, igual no es tú seas diferente, es que los demás son iguales ¿lo has pensado desde esa perspectiva alguna vez?- sonrió levemente mientras chasqueaba los dedos, intentando que no apareciesen chispas, que sino, iba a tener que dar muchas explicaciones y sinceramente, no le apetecía lo más mínimo.

- No, la verdad es que nunca lo había pensado así - admite encogiéndose de hombros. - ¿Y no es malo que los demás sean demasiado iguales? Porque, cuando la gente es igual, normalmente se asustan de lo distinto. Pero, a decir verdad ¿Qué es el miedo? ¿Quizá sea envidia camuflada? Un tema interesante sobre el que disertar, no hay duda - y, en ese mismo instante, cae en la cuenta de que se ha puesto a pensar en voz alta; así que se pone rojo como un tomate y se levanta del taburete, totalmente avergonzado de su comportamiento - Eh... yo... eh... ¡Tengo que irme! - se excusa antes de dirigirse hacia el ascensor; no sin antes tropezarse con el taburete que había ocupado unos segundos antes. - ¡Encantado! - se despide mientras se cierran las puertas del ascensor que le permite irse de allí.

Enarcó una ceja, ahora mismo, el chico acababa de perder el control y el que decía cosas que carecían de sentido era él y no An, no sólo eso, sino que además se va, pero como se veía venir el chico tropieza con el taburete y después sale corriendo, así que como no le gustaba quedarse sola, con las mismas coge el camino que había seguido antes el chico y sale de allí