Parque Sur

Ya lleva un rato en el parque, por suerte está cerca de la tienda de muebles de baño así que puede ir con tranquilidad cuando le toque el turno de tarde, a diferencia de otras veces se ha ocupado del laboratorio por la mañana. Todo parece mucho más estresante por la mañana. Sentada en un banco ojea sin mucho entusiasmo la pantalla de su móvil.

No se da cuenta de la presencia del chico hasta que escucha su irritante voz, alza la cabeza para mirarle y una mueca se dibuja en su rostro, ¿pero de qué va?

- Estaba yo aquí cuando tú has llegado, así que creo que tengo más derecho que tú a formular esa pregunta –contesta secamente y vuelve la vista a la pantalla. ¿Qué se supone que hace allí? ¿No debería estar encerrado en un laboratorio? No esperaba que Virgil saliera a que le diera la luz solar, pensaba que quería conservar ese color para toda su vida.

¿Pero qué hace? ¿Por qué se sienta a su lado? Le sigue con la mirada y finalmente resopla, mira por donde no tiene ganas de hablar con él, como dejó claro ayer si no necesitan algo el uno del otro no tienen por qué hablar así que:

- Tengo una mejor: ¿qué quieres? –Porque si se ha quedado teniendo taaaaaaanto trabajo en el laboratorio se debe a que quiere algo de ella. Al ver la miradita que le echa a su móvil lo que hace es darle a la tecla roja para cerrar todas las ventanas y guardárselo en el bolso, esta vez si se lo quita sí que es capaz de no controlarse.

- Teniendo en cuenta que solo me hablas cuando te interesa y cuando no insinúas que yo soy la interesada... Sí, tienes que querer algo obligatoriamente. -¿Qué pasa? No tiene ganas de soportarle, es un inaguantable, por eso no tiene amigos y no porque le marginaran en el colegio, es gilipollas y está harta de ir de buenas así que se vaya a tomar viento o a molestar a otra persona.

Cruza una pierna sobre otra y echa un vistazo al cielo, la última vez que ha mirado la hora aun faltaba mucho para ir a su puesto, quizá podría dar una vuelta con tal de no aguantar a Virgil. Bueno, no, que se largue él, ella está allí desde antes.

- Bien. –Contesta sin poderlo evitar con cierto tono de niña enfadada. Enseguida desvía la vista hacia el lado contrario y espera a que Virgil se marche pero el chino ni si quiera hace un ademán de levantarse. Genial y ahora empieza a silbar, no hablará pero molestará. Resopla, pues no piensa irse, mira tú por dónde. Sin esperar nada más del chico vuelve a coger el móvil y en menos de un minuto esta tecleando y continuando con lo que ha dejado minutos antes.

Si los golpecitos y el silbido la están poniendo nerviosa no deja que se note en su rostro. Continua con lo suyo, como si el chico no estuviera allí, pero entonces... abre la boca, ¿no puede cumplir lo que ha dicho y estar en silencio? ¿Tan difícil es? Esta tentada a contestarle con una borderia pero decido que lo mejor es actuar. Así que con un movimiento rápido se inclina y apoya una de sus manos en la entrepierna del chico, incluso aprieta un poco

- ¿Te arriesgas a que esto sufra un accidente? –Alza las cejas. Una vez vale, dos lo puede pasar, pero no va a quitarle un móvil una tercera vez.

Al ver que tiene la intención de incorporarse esta dispuesta a apretar, quizá esta vez se lleve otra bofetada pero él se irá un poco “tocado”, sea como sea parece que él decide que lo mejor es mantenerse sereno y aquieto por lo que ella le dedica una gran sonrisa, parece que ahora tiene al toro por los cuernos y aunque debería sentir miedo de sus palabras lo cierto es que se siente bien.

- Estoy harta de ti. –Aparta la mano de golpe y se gira para recoger sus cosas, metiéndolas con un poco e prisa en el bolso y levantándose bruscamente. Está harta de sus amenazadas, de sus tonterías, de sus cambios de humor y de que le tome el pelo.

Y de repente y sin previo aviso nota un fuerte tirón y acaba sentada en el banco, ni si quiera puede moverse porque Virgil se lo impide pero lo peor de todo es que le está haciendo daño en la muñeca, maldito bastardo. Entrecierra los ojos y tiene que esforzarse por no demostrarle que le está haciendo daño, ahora se arrepiente de no haber apretado, ojalá lo hubiera hecho. En cuanto él empieza a hablar ni si quiera se molesta en intentar escapar o hacer algo, sabe que de nada va a servir, le deja hablar y cuando ha terminado esboza una media sonrisa.

- Palabras, palabras y nunca hechos. –Siempre con amenazas, siempre con “un día verás” “no sabes lo que haces” “recuerda quien soy” pero son solo palabras como estás.- Estoy segura de que si tanto te molestara esto lo hubieras parado hace mucho tiempo –tanto que se queja, pero dos no se pelean si uno no quiere y no siempre va buscándole ella con ganas de picarle. Resopla e intenta apartarle porque de verdad que ya esta harta de él, de sus tonterías, sus quejas y mucho menos que no soporte que alguien no vaya lamiéndole el culo.

Casi quiere gritarle que lo que realmente quiere es que pare, que le deje en paz, no tiene la necesidad de tener que soportar aquello, que se dirija a ella cuando sea necesario, quiera algo del laboratorio o ese tipo de cosas pero para el resto: que la ignore. Aunque debe admitir que en cierta parte sí tiene miedo de lo que él pueda hacer, aunque ¿cuánto lleva jugando y haciendo lo que quiere? Demasiado tiempo. A veces hasta duda de que sea capaz de hacer algo.

Abre la boca para decir cualquier cosa cuando suelta sus manos, aprovecha el momento para levantarse y al hacer esto casi parece que recibe a sus labios. Sin duda alguna el beso es lo que más le sorprende de toda la tarde. No duda y corresponde de la misma forma, con agresividad. Sus manos se mueven hasta la camisa del chico y la coge con cierta fuerza, con la intención de que no se escape. Y tal y como él ha imaginado cuando tiene la oportunidad le muerde, con fuerza, como si quisiera arrancarle el labio.

Esperaba un quejido o alguna queja por parte del chico, pero no recibe ningún tipo de respuesta salvo esa sonrisa que le hace alzar las cejas. En realidad selo esperaba, ¿Virgil mostrando síntomas de dolor? Quizá en otro mundo paralelo. Y en vez de separarse cuando el beso termina lo que hace es corresponder al nuevo beso, de la misma forma aunque siendo sincera esta vez con menos agresividad. Al igual que él cuando le muerde no deja escapar un quejido, sino que para sus adentro sonríe. Acaricia el abdomen del chico a través de la camisa y sube lentamente hasta apoyar las manos en su cuello y acariciárselo con la yema de los dedos.

Ella ni si quiera se plantea lo que pueda pensar alguien que pase por allí, le da exactamente igual, quizá la única persona que le importa un poco más es su padre y por la charla, más que nada, aunque quizá incluso la felicite creyendo que sale con el... jefe. Pobre viejo tonto que no sabe nada. Le besa con ganas, notando como sus pulmones le piden aire pero ella ignora esa llamada y lo hace continuando con ímpetu, como si no hubiera mañana, en realidad no sabe muy bien que puede pasar mañana o quizá horas después. Se estremece al sentir las manos del chico sobre su piel, ¿ah, sí, se atreve? Mejor que mejor. Mientras con una mano acaricia el cuello de Virgil baja la otra hasta su pantalón y acaricia con delicadeza su muslo, acercándose en ocasiones a su entrepierna pero sin la agresividad de la primera vez.