Haurramari´s Ice Cream

Llevaba a su nueva mascota en una bolsa de deportes después de la visita al veterinario. Ahora el animal estaba sano, era un macho, y aunque el médico le había puesto una cara un tanto rara cuando Morten le había pedido que lo vacunara había accedido. El guarda era ahora el orgulloso dueño de una rata, o mejor dicho un rato, que cumplía todos los requisitos de sanidad. Le había gustado al verla porque era en cierto modo lo contrario a él: un animal que a simple vista causaba repulsión pero inofensivo. Morten en cambio por fuera era guapo y por dentro todo un bicho, hacían buena combinación.
No tenía que entrar a trabajar hasta después de comer, así que se metió en la heladería cuando le llegó un olor familiar que le anunciaba que cierta jovencilla a la que le encantaba fastidiar estaba dentro. - Hola Noor. - Saludó acercándose a ella tan tranquilo. - ¿Me invitas? No llevo suelto. Quiero uno de naranja con chocolate. - El camarero asintió y Morten se largó a buscar mesa en la terraza para dos.

Sabía ser encantador cuando se lo proponía y aquella era una de esas ocasiones, así que conrió de modo bastante adorable cuando Noor llegó con su helado. - Entonces tendré que esperar sentado, creo que está muerta. - Hundió la cucharilla de plástico en la crema color marrón y se la llevó a los labios llena hasta el borde, pasando luego la lengua por ella para que quedaran limpios todos los recovecos antes de repetir el proceso con la bola de naranja. La bolsa de deportes que había dejado en el suelo se movió de pronto como si diera un salto pero el chico hizo caso omiso.

Negó con la cabeza preguntándose si Noor también se pondría a chillar como una loca si supiera la verdad, al igual que Venus. - Eso sería demasiado corriente para mí. - Se jactó comiendo un poco más de helado. Por suerte el rato sin nombre se había vuelto a quedar quieto, quizá hasta dormidito, qué encanto. Le acercó su tarrina de chocolate y naranja a la chica por si quería coger porque él si quería robarle a ella del suyo. De hecho lanzó su cuchara hacia la tarrina de Noor a la velocidad de la luz.

Le encantaba molestarla aunque no sabía muy bien por qué. Al principio había creído que era porque ambos se parecían bastante y haciéndole la puñeta a Noor demostraba que él era mejor, pero ahora se daba cuenta de que la chica no tenía tanto que ver con él. Para empezar parecía mejor persona, ligeramente sociable, y ambas eran cualidades que Morten no apreciaba para nada. De cualquier modo le gustaba igual tocarle las narices aunque debía ir con cuidado, no olvidaba el poder que tenía ella y que tan molesto le resultaba. - Si fuéramos amigos te habría pedido que me dieras un poco, lista. - Pero se lo había robado porque era más malo que... que alguien muy malo.

Arrugó la nariz mientras bajaba lentamente la tarrina hasta apoyarla en la mesa. - Me has invitado a un helado. - Le hizo notar como si hablara con alguien retrasado. - Eso lo tomo como "dar pie". - Y que se lo rebatiera si podía, era un argumento implacable e incuestionable que le daba la razón. La chica le odiaría mucho pero bien que se había sentado con él, y es que como ya sabía desde hacía tiempo a las mujeres les costaba resistirse a su magnetismo personal de tío duro. Era típico del sexo femenino intimar con el gamberro para enderezarlo por el camino del bien, y Morten jugaba sus cartas.

- Yo no te he invitado, te has invitado tu solo.
Así que su argumento no vale para nada. Y aaghh... En serio, me pone de los nervios y es muy difícil controlarme todo el rato para no mirarle fijamente a los ojos, muy difícil. Intento parecer calmada, no vaya a ser que note mi inquietud y se quiera aprovechar de ella, que siendo Morten, lo haría perfectamente.
- ¿No tienes novia a la que molestar?

Ya que se ha empeñado en tener una bonita conversación conmigo qué mejor opción que ponerme a recopilar datos. Siempre es bueno saber cosas sobre tus enemigos y conocer sus puntos débiles. Así luego se les puede atacar con mayor facilidad.

No dijo nada, prefería que Noor se cociera en su propio caldo de incomodidad y mal rollo hasta que explotara cómicamente. Sería cómico siempre que no incluyera descargas dolorosas para él, claro. Morten por si acaso evitaba mirarla fijamente aunque no sabía cómo funcionaba su poder: el resultado era una pareja sentada a la mesa esquivándose los ojos, algo poco usual visto desde fuera y por gente que no supiera qué tramaban aquellos dos. - Sí, una más guapa que tú. - ¿Lo era realmente? Bueno, de otro estilo. Lo cierto es que el guarda reconocía que en todo el tiempo que llevaba en el MIB no se había topado aún con ninguna chica poco agraciada. Si acaso la más anodina era Gill, que no le extrañaba que no ascendiera de puesto si no se arreglaba un poco y hacía la pelota a quien tenía que hacérsela. Bueno, ahora andaba con el tal Virgil que parecía ser quien pinchaba y cortaba, así que igual la situación de la chica se arreglaba todavía. - ¿Tú no tienes novio que te sufra?


FdR. voy a la ducha, cuando vuelva contesto.

Ahí estaba, brillando reluciente, un ego casi tan grande como el del propio Morten. Se veía imposibilitado de superarla en eso porque si no se equivocaba - y le daba en la nariz que no - Noor le haría ver que sus poderes no podían ni compararse. Es lo que haría él si alguien le tosiera y pudiera dar descargas de dolor, vamos, ni se lo pensaría. Y más un tío que solo sabía oler como un chucho y oír como un murciélago, porque tener los demás sentidos agudizados era más bien una lata cuando le tocaba vestirse con camisas de algodón o no podía comer nada que contuviera sal porque le picaba en la boca como un demonio. O sea, que de ser un perro habría agachado las orejas, pero como tenía la ventaja de ser humano y poder disimular siguió mirando a la joven, o mejor dicho a su cuello para evitar altercados, con toda la indiferencia que era capaz de reunir y que era mucha. - No te he preguntado si estás enamorada. - Corrigió olvidándose por un instante de su táctica de distracción y observándola fijamente. - Te he preguntado si tienes novio. - Eran dos cosas muy diferentes. Como ella misma había dicho los afectos eran una traba para personas que se dedicaban a lo que se dedicaban ellos, pero siempre se podían establecer alianzas como los matrimonios del siglo pasado. Tú tienes algo que yo quiero y por eso me junto contigo.

¿De veras no veía a dónde quería ir a parar? No se trataba de pasar el rato. Además, uno podía tener novia y pasar el rato con otras igual, Morten no era escrupuloso en ese sentido y creía que ojos que no ven, corazón que no siente. Vamos, que si se llevaba con discreción uno podía hacer lo que le diera la gana sin salir perjudicado. Lo de emparejarse era por transacción comercial, a él le convenía tener a Anäis de su parte porque en el túnel se había apresurado a desintegrar la piedra que le habían tirado a Morten directamente a la cabeza como si de verdad le importara la integridad del chico. Era la misma razón por la que uno hacía carantoñas a un perro fiel que defendía su propiedad de los ladrones. - Ya hay alguien, ¿verdad? - Tanto rollo teórico soanba a autoconvencimiento.

Vaaaaya, qué interesante. - ¿Es Hoult? - Porque la última vez que la había visto estaba en su celda muy pegadita a él a pesar de los barrotes que había por medio. Sería divertido que Noor sintiera algo por alguien, si Morten tenía esa información tendría poder sobre ella y no había tenido que pegar a nadie para conseguirlo. Era un hacha. Se terminó el helado y dejó la tarrina vacía sobre la mesa, cruzando las manos por encima de su abdomen y echándose ligeramente hacia atrás. - Anäis es especial. - Dijo simplemente manteniendo la misma expresión de me importa todo un comino. Pegaba bastante poco con sus palabras, pero bueno, Noor tendría que conformarse con ellas.

Pedirle a Morten que no insistiera era como pedirle a su rata que no mordiera la bosa de deporte. Un momento... mierda. El animal llevaba un buen rato royendo y ya le asomaba la nariz por entre el desgarro que le había hecho a la costura. El chico se agachó y le dio un capón en el hocico para que se volviera a meter para dentro, que una rata corriendo en una heladería podía desencadenar infartos múltiples. Bueno, bien visto sonaba divertido. - ¿Scott? - Volvió a preguntar. - ¿No sería Haynes, eh? Porque lo vuestro es imposible. - A no ser que le fuera la necrofilia.
¿Y a qué venía esa cara de mala leche de pronto? Si él no quería hacerle nada malo a su amiga. - No, para mí no había otra. - Confirmó. - Te acabo de decir que es especial.

- ¿Virgil? - A él a cabezota no le ganaba nadie. - Porque a ese te lo quitará Gill si no espabilas. - Y más le valía que fuera ese porque se le acababan los nombres masculinos que dar. No creía que fuera tan tonta como para pillarse de JJ. Sonrió con evidente sarcasmo cuando le amenazó de muerte. - ¿Qué pasa, estás celosa? - Sabía que no era él su amante secreto, pero no perdía ocasión de meter cizaña. - Porque parece que te molesta mucho que me guste esa chica en cuestión.

Lo encontraría y entonces chantajearía a Noor, todo era tan perfecto que se puso de buen humor de pronto y no se inmutó cuando le dio con la bolita de papel en la frente. - Uy, pues le voy a prohibir que salga contigo. Eres una mala influencia para ella. - Como si fuera un moro machista de estos que le ponen un burka a sus mujeres. En realidad le daba igual con quién se relacionara Anäis, entre nosotros no le importaría demasiado descubrir que se la pegaba con otro siempre que siguiera queriendo defender a Morten de sus enemigos, pero Noor en cuestión podía hablarle mal de él y eso no le convenía. - La pregunta es, ¿te soporta alguien a ti? - Miró de reojo su bolsa y luego de nuevo a Noor. - Vamos a ver, dime nombres de rata. Macho.

No pensaba impedirle nada en serio, así que dejaría todo tal cual estaba. Y por cierto, iba siendo hora de tener algún detalle con Anäis, pero le dijo que las flores no le gustaban y él bromeó sobre comprarle un mueble de baño. ¿Con qué podía sorprenderla? Tenía que cuidarla si no quería que se fuera a buscar a otro que la tratara mejor. - Sí, tener amigos es un coñazo. - Coincidió. No se esperaba la salida que tuvo Noor con el nombre de la rata, le pilló con la guardia baja y se le escapó una risa medio contenida de esas qu suenan como una botella con gas cuando se le abre el tapón. "Fshhhhhh". Él mismo se quedó bastante anonadado, se había reído, no sabía que pudiera hacer eso. - La llamaré Noor. - Decidió en un momento. - Y ahora nos vamos, tengo que instalarla en casa. - Cogió la bolsa de deportes y se alejó de allí.