Apartamento Manckël

Se lleva una mano a la frente y se deja caer hacia atrás dramáticamente cuando dice aquello, como si muriera de amor. Aunque no tarda en incorporarse, por suerte están sentados y ha caído sobre blandito. Bueno, cuando ha dicho familia se refería a él y a su hermana, que parecen ser iguales en ese aspecto. Intenta recordar si le suena alguien con ese nombre por el MIB, pero la verdad es que no.

- ¿Y dónde esta ella? –Pregunta con curiosidad, a lo mejor tampoco esta y se ha muerto, espera no pisar ese terreno pero tiene cierta curiosidad.

Se echa un poco hacia atrás cuando le pone el dedo en los labios y espera a que retire la mano, aunque tiene curiosidad no va a insistir porque ha conseguido que le cuente algo que seguramente en otras circunstancias no conseguiría y puede darse con un canto en los dientes. Quizá otro día el tenga una pregunta para ella y pueda repetírsela.

- Creo que ya va siendo hora de que me vaya –dice tras estar un minuto en silencio, pensando. Apoya las manos en la cama y se impulsa para levantarse. No sabe si el quédate de antes es para toda la noche o ya ha finalizado, pero no quiere que a mitad de la noche la eche a patas, así que se va por ella misma.

Se queda mirando desde su posición a Virgil, la verdad es que no sabe si es buena idea quedarse a dormir, pero es tarde y no le apetece volver a casa, demás, seguro que hace frío fuera. Le hace un gesto con la mano al chico para que se vaya metiendo en la cama y después se sienta en el lado que ocupó la última vez que se quedó allí a dormir, suponiendo que el otro es el de él. Se desviste quedándose en ropa interior para no marcharse mañana con la ropa arrugada y se mete en la cama, total, le da igual que la vea así –él y todo el mundo-. Murmura un buenas noches y al cabo de un rato los dos se quedan durmiendo.

Se ha pasado todo el camino en silencio, pensando en sus cosas. Le ha sorprendido que Virgil no viniera buscando su ayuda para caminar pero tampoco le ha dado más importancia y ha seguido en su mundo, por lo menos hasta que en el interior de la casa el chico llamó al perro que no tiene. Vaya, ella no olvidaría que ha matado a su perro. Le sigue hasta el interior, parándose en el centro de la estancia y mirando a su alrededor.

- ¿Puedo elegirlo yo? Se llamará Fresón –bromea, aunque ni sonríe ni se ríe.

Ignora todo lo que dice aunque la información se retiene en su cerebro y desde su posición le observa avanzar hasta la cocina, ella le sigue por detrás sin darse mucha prisa y aunque su intención era la de apoyarse en el marco de la puerta acaba por acercarse a él, cogerle de la chaqueta y tirar sin demasiada fuerza para besarle. Cuando se separa se aleja, como si no hubiera hecho aquello y sin estar muy segura de por qué lo ha hecho.

- Ni el beneficio de la duda me das, a lo mejor te traía un pastor alemán –se da la vuelta para caminar de espaldas y poder verle mientras habla- ¿Scott? –Habla ahora de todo esto porque es como si lo acabara de recibir- ¿Por qué? –Se saca la chaqueta y la deja a un lado, en la casa no la necesita porque no hace frío.

Ahora sí que esboza una media sonrisa por lo del caniche, no es exactamente lo que tenía en mente pero puede pasar. De todas formas el anterior perro no le disgustaba, Virgil dirá lo que quiera, pero ella sabe que le cayó en gracia y la amaba Seguro que en su mundo la proclamó la mejor ama que ha tenido en un día.

- No me gusta ese nombre para un perro –dice sin más, Scott es su amigo y eso en parte le molesta, claro que no le va a echar nunca en cara que le hiciera aquello en el despacho de Zeta, ella fue la primera en avisarle, le dijo que se fuera y si se quedó fue por su voluntad, así que.

En ese preciso instante una mueca de desagrado aparece en su rostro cuando sigue en sus trece, diciendo que el perro se quedará con ese nombre. Ahora mismo escupiría sobre ese nombre. Pero ladea levemente la cabeza para apartar esa expresión de su rostro, sobre todo cuando él se acerca y le hace levantar la cabeza de esa forma. Clava su mirada en la de él y esboza una sonrisa divertida. Vaya, así que esto es sentirse en la cúspide de la pirámide.

- Esperaba algo más de una bienvenida –comenta rozando con sus labios los de él al hablar. En realidad hasta se le había olvidado aquella historia de Peter y la pirámide, se lo había tomado como una tontería, hasta tal extremo que ni si quiera se le ocurrió pensar qué puesto ocuparía ella.

Y al igual que lo del nombre del perro ha llegado se marcha, es como si no lo hubiera dicho porque lo ha olvidado. Ahora que ha matado a Desconocido 1 es capaz de hacer lo mismo con su perro si le pone ese nombre. Alegará defensa personal.

El caso es que una sonrisa burlona se queda en su rostro cuando le dice aquello, no lo sabe él bien, no lo sabe. De cualquier forma mientras las manos del chico se mueven las de ella hacen lo mismo pasando por su cuello para acercarle un poco más y esto se cumple cuando se besan, terminando así con la escasa distancia que había entre sus labios. A diferencia de otros besos que se ha dado con el chico este empieza de una forma un poco más lenta para ir aumentando el ritmo o al menos todo lo que puede o le permiten sus pulmones, porque cuando se separa no lo hace mucho.

- ¿Y qué me ha hecho subir hasta tan alto nivel de la pirámide? –Pregunta en un susurro, aunque puede imaginarse la respuesta. Más que para ser una persona adulta, al parecer necesita matar a alguien para ganarse el respeto de Virgil.

Mientras habla no se aleja, se mantiene cerca moviendo sus dedos para proporcionarle caricias en el cuello. Debe admitir que al principio el discurso de Virgil no le gusta mucho, por eso de que acaba de destrozar a una familia y por un momento recuerda como se sintió cuando su hermano murió, aunque las circunstancia son fueron las mismas, desde luego. Aunque después debe admitir que es mucho más atractivo, como él dice es como si estuviera por encima de todo. Ha superado un límite y aunque parezca una tontería pocos lo harían, ¿Cuántas veces le ha dicho Scott que iba a matar a Faye por lo de la ardilla? Miles y ahora... ahora podría ella hacerlo porque él no se atreve. Tiene que contenerse por no reírse. Lo que si hace es volver a besarle por toda respuesta, eso sí, como siempre, con la intensidad que acostumbra a usar con el chico.

Nota como las manos de Virgil se cuelan bajo su ropa y no le da mayor importancia, es más, le gusta el contacto de su piel. En cuanto la sube a la encimera se acomoda un poco y lleva sus manos a la chaqueta del chico para sacársela con cuidado y dejarla a un lado, donde no pueda molestar. Ahora apoya las manos en la camisa y empieza a desabrocharle los botones (aunque ganas de pegar un tirón y que se desabrochen de golpe no le faltan) poco a poco y empezando por el de arriba, con sus piernas intenta rodearle, para tenerle cerca, y a la vez busca los labios de Virgil, queriendo volver a besarle.

Agradece que la ayude a quitarle la camiseta, no porque no pueda ella sola, sino porque así acaba antes, mientras él termina de quitársela se dedica a acariciar su pecho y abdomen, evitando la zona de la herida, no está ahora como para meter el dedo en la yaga. Mueve un poco la cabeza cuando recibe todos esos besos y deja que se quite los pantalones mientras ella sigue acariciándole. En cuanto le quiere quitar el pantalón se apoya en la encimera para alzarse un poco y que estos salgan con facilidad, después lleva las manos a su camiseta y se la saca, lanzándola también. Esto de quedarse a dormir en casa de alguien varias noches y que no pase nada es nuevo, ya era hora de que las cosas volvieran a su sitio, por lo que cuando se acerca corresponde al beso con ganas.