Apartamento Manckël

Cuando le suelta toda esa parrafada se queda mirándole con los ojos abiertos, como si no se creyera lo que acaba de decir, ¿Esta de coña, no? Porque o es eso o la esta vacilando y de verdad empieza a pensar que es lo segundo. Como está cerca de la cama solo tiene que dar media vuelta, coger un cojín y lanzárselo a la cara. No quiere seguir con esa conversación y como probablemente aunque conteste no se la devuelva lo que hace es alejarse a zancadas, recuperar el librito y caminar para salir de la habitación.

Cuando está a mitad del salón le escucha hablar y decide volver porque no le gusta eso de gritar de una sala a otra sin ver con quien habla, a veces le pasa con su madre y es horrible. Al volver al cuarto le encuentra con la espalda apoyada en la cama, es que ni si quiera puede moverse, está segura de que si volviera en un año seguiría ahí. Espera a que termine su discurso con los brazos cruzados.

- Sí, me largo ahora, ¿y sabes qué? Ya no pienso volver y no vas a saber nunca más nada más de mí, ¿qué, genial, no? –Alza las cejas- Así que aquí te pudras en tu casa sin poder salir –Porque hay tanta gente suelta por ahí que le odia que seguro que si sale se arriesga a morir. Y sinceramente, ojalá le maten y no haya por ahí ningún idiota como ella que le salve. Así que sin más se da la vuelta, dispuesta a marcharse.

Esperaba que se riera o algo por el estilo, quizá que le dijera que se marche, por eso mismo cuando pronuncia esas palabras tan bajito no sabe si ha escuchado bien, a lo mejor ha dicho otra cosa. ¡Cómo odia eso! Cuando está en el apogeo máximo de su enfado, en ese momento en el que gritarías y destruirías cosas lo que menos quieres es que alguien te corte de esa manera, casi es mejor que le hubiera contestado. Deja escapar un suspiro y se acerca con pasos cortos a recoger la pistolita, que deja sobre la mesita de noche y también el cuaderno. Se sienta a su lado, en la cama sin saber que decir.

- Si solo quieres que me quede para hacerte la cena me temo que mis dotes culinarios dejan mucho que desear –dice sin alzar el tono de voz, tampoco es necesario dada la cercanía. Eso sí, deja escapar una leve risilla.

Vuelve a reírse levemente al escucharle. Después de gritar o discutir con alguien la casa siempre se queda en silencio, así que cualquier cosa que diga o haga le parece extraña. De todas formas con Virgil empieza a ser normal esas cosas de gritar, estar bien, gritar, putearse, intentar matarse. Casi que no le da importancia a todo lo que sucede, aunque es realmente preocupante.

- Siempre podemos pedirle a Peter que nos traiga algo –vuelve a reírse recordando cuando el chico les sirvió la cena en el MIB, eso sí que fue preocupante, no sabe qué haría Virgil para que aceptará hacer algo así, pero mucho tendría que darle a ella.

- Parece que estés hablando de un perro en vez de un empleado –Murmura, aun con una media sonrisa en los labios. Nuevos amos. A ella Peter nunca le ha caído en gracia, era patoso y olía mal, ¿qué hacía en el laboratorio? Recuerda que tenía el escritorio lleno de suciedad porque una vez Virgil le dijo que era el de su padre. Que cabrón. Mueve un poco las piernas, balanceándolas y pensando en el laboratorio, no ha vuelto a pisar el MIB desde entonces así que no sabe cómo irán las cosas por allí y mucho menos quien estará al mando ahora.

Que diga eso solo le demuestra que Virgil utiliza a las personas para lo que quiere, hubiera sido mucho más fácil y cómodo, desde su punto de vista, mantenerle como becario que meterle en el laboratorio donde era capaz de armar una buena. Y claro que no hace falta decir nada de eso, teniendo en cuenta que él era el encargado, ¿qué puesto iba a ocupar en su pirámide mental? Le sorprende que le pregunte aquello, por respuesta lo que hace es volver a encogerse de hombros.

- No he vuelto a ir –admite, tampoco ha tenido ni la necesidad ni las ganas- tengo la sensación de que todo se está hundiendo poco a poco –comenta más para ella que para él-, ¿lo echas de menos?

[i]- ¿No? - preguntó encarcando una ceja con una cierta sorpresa, hasta que recordó que él mismo le había dicho que acabaría con todo aquello, no sería nada sensato que se paseara por el laboratorio con la amenaza de que podía saltar por los aires en cualquier momento - Es posible. Nada está saliendo como debería haber sido - admitió; demasiados cambios de planes, demasiados imprevistos... ¿Lo echaba de menos? Era una pregunta algo complicada - No lo sé - reconoció con un leve encogimiento de hombros que le hizo dar otro respingo, había olvidado que tenía un hombro atrofiado - Echo de menos la sensación de tener el control, si. Y también el poder actuar como me viniera en gana, investigar sobre lo que quisiera... pero no quiero volver. Ese ya no es mi sitio. ¿Lo echas de menos tu? [/i]

Le sorprende un poco que le pregunte aquello, como si no hubiera sido él quien la avisó de que pensaba acabar con todo, claro... le apetece morir así que se pasea por allí. Aunque de momento no ha pasado nada y viendo cómo le va a Virgil duda mucho que vaya a pasar nada, pero de todas formas no siente la necesidad de volver, es como si nada tuviera sentido. Las cosas son raras después de que todo el mundo sepa que él mató a Zeta –vale, casi todo el mundo- o de lo de Ev, Scott y Aaron. A su padre no le hace gracia que vaya “por si al loco de Virgil le da otro ataque, con lo joven que era, que pena... tenía tanto potencia”, medio sonríe al recordar las palabras de su padre, si supiera donde está ahora mismo.

- No –contesta con sinceridad. – Bueno, más o menos, echo de menos el laboratorio en sí, lo de trastear con cosas y ver cosas, aprender, pero no el resto. –No el ambiente y esas cosas, le da un poco igual. Gira la cabeza para mirarle. – Creo que estás un poco mal de la cabeza.

Claro, ya lo sabe, no piensa quedarse en su casa viendo la vida pasar, incluso ahora esta yendo a la universidad, su padre siempre le dijo que podía estar en el MIB si estudiaba y desde luego no pensó nunca en no estudiar, ¿y si no quiere volver al MIB nunca? Por lo menos tener algo. En realidad se plantea no volver nunca.

- Bueno... no soy yo la que casi comete la masacre de Texas –se ríe de nuevo, a Virgil le faltó ir disparando a todo el que se encontraba, hubiera sido fácil dar con él, solo hubieran tenido que seguir el sendero de cadáveres.

No le cuesta aparentar nada delante de Virgil, así que cuando dice lo de Evil se mantiene como hasta ese momento, sin que su expresión cambie. Se pregunta qué pasará si le dice ahora mismo que esta viva y mucho más si le dice que la salvó ella, pero no quiere morir, todo sea dicho, así que se mantiene en silencio e incluso se queda pensando su pregunta, como si no lo recordará.

- Nunca he matado a nadie –dice finalmente, tampoco es que necesite matar a nadie para ser mejor, y no ha tenido motivos para hacerlo- ¿Cuál fue el primero? La primera persona a la que mataste –en su vida, tiene que haber algo, a lo mejor fue Zeta.

- He deseado matarte cientos de veces –y quizá aquella vez en el lago hasta lo hubiera hecho si las cosas no hubieran sido como fueron. Pero allí están, él contándole la historia de la primera vez que mató a un pobre desgraciado que se cruzó por su camino. Qué triste e injusto estar en el sitio equivocado porque Virgil tuvo un antojo de matar a un hombre. A lo mejor en otras circunstancias se hubiera escandalizado, pero viene del MIB, está curada en salud, lo que no haya visto allí no lo va a ver en ninguna película.- Lo has dicho en plural, ¿con quién estabas?

Esboza una media sonrisa cuando le contesta aquello, ya lo sabe, más bien lo ha vivido en sus propias carnes. La verdad es que no esperaba que diga aquello, pues pensaba que Virgil nunca querría hablar de que le salvó la vida y todas esas cosas.

- El tiempo que no pasamos discutiendo o haciéndonos la vida imposible me caes mediantemente bien –admite- y como en ese momento no te deseaba la muerte simplemente no te podía dejar morir, supongo que no soy así –contesta sin más encogiéndose de hombros. Quiere matarle cuando está enfadada, cuando le odia, pero quiere matarle ella, ahí ya no había nada que hacer salvo sentarse a verle morir.- Era de mi hermano –dice al final, ya que él le está contando aquello lo hará ella-, se ahogó cuando tenía seis años en el lago.

No puede evitar darle un codazo cuando finge secarse las lágrimas, no demasiado fuerte, claro, de esos suaves, que son más bien el gesto que otra cosa. Teniendo en cuenta cómo esta Virgil un buen codazo podría matarle.

- Que gracioso –Dice, aunque en realidad se está riendo- a veces tengo que recordarme porque te dejé vivir. – Sigue bromeando. Se encoge de hombros cuando dice que lo siente, ¿cómo lo va a sentir? Es como si ahora a ella le dicen que e ha muerto su primo el feo, pues no lo siente, no da saltos de alegría, pero esa persona le es indiferente y no sabía de su existencia hasta ahora, de toda formas... es lo que se dice y se supone que debe aceptarse. Al escucharle alza las cejas- Vaya, así que viene de familia –murmura, espera que no se ofenda.