Apartamento Manckël

Los pasos le anuncian que el chico se acerca, sabe que se ha agachado porque lo ve por la sombra pero por suerte no se mete debajo de la cama, por si las moscas se guarda en el bolsillo su pistolita de agua naranja y de nuevo sale de debajo de la cama. Se sienta en el suelo, apoyando la espalda en el borde de la cama y sacude la cabeza. Por fin libertad, que agobio estar ahí debajo tanto tiempo.

- ¡Mira! –Es una libretita negra pequeña- ¿Es tuya? –Sin esperar respuesta la abre y empieza a leer en voz alta- “Querido diario, sospecho que alguien me persigue...” ¡Qué bien empieza!

No se le pasa por alto el respingo que da al apoyar la mano sobre el suelo y supone que aun debe de dolerle bastante, no le ha preguntado cómo se encuentra y tampoco si él querrá decirle algo por lo que por ahora se mantiene en silencio, pensando en lo que acaban de encontrar. Le ignora cuando dice que no ha escrito eso, eso tendrá que decidirlo ella, analizará la letra del cuaderno y la de algunos informes que tiene Virgil y entonces... ya veremos. Por ahora sigue leyendo.

- “... desde hace unas semanas hay sombras por todas partes y no sé si me estoy volviendo loco o qué, pero creo que mis días están llegando a su fin” –Hace una pausa para darle más dramatismos al asunto- “por eso mismo he escondido todos mis objetos preciados, sé que ellos desean hacerse con mis cosas, ¡no lo permitiré!” –Mira a Virgil- ¡Esto es fantástico!

Esto sí que no se lo esperaba, si es de Virgil tiene unos problemas enormes y si no es de él... ¿de quién va a ser si no? Vamos, alguien se hubiera dado cuenta antes de que el cuaderno estaba allí. Al ver la cara que se le queda ella se ríe sin poder evitarlo, pero no se ríe de él, sino de la situación, de todo lo que está leyendo, es que no tiene sentido.

- Te juro que no me lo estoy inventando –claro que no, lo esta leyendo, ¿cómo se va a inventar eso? Aunque le apetezca seguir leyendo no tarda en tenderle la libreta pequeña, para que lo compruebe por él mismo y no haga falta que se la quite.

[i]Cogió la libreta sin añadir ningún comentario más, y empezó a pasar páginas leyéndo párrafos por encima, aunque no tardó en empezar a hacerlo algo más despacio. Para empezar, aquella letra no era suya, siempr escribía con una letra cursiva y picuda, así que no ha podido escribir él todo aquello, ¿sería de la asistenta? Desde luego es mucho mejor que el libro que estaba leyendo antes, estaba ante un caso clínico de primera categoría, ideal para matar el tiempo que aún tuviera que permanecer en su casa, aislado del mundo.

- Ajam... - o un sonido similar fue lo que emitió, echaba en falta una de sus propias libretas para tomar apuntes y sacar conclusiones. Recordó que no estaba solo y que tenía a Gill sentada junto a él, así que se la quedó mirando con media sonrisa algo torva antes de leer algo él - "Hace dos días maté a uno de ellos y lo escondí bajo el suelo del dormitorio... " - ni que decir tiene que se lo ha inventado, aunque no le extrañaría leer algo parecido más adelante, únicamente quería ver la reacción de Gillian al escuchar que estaba sentada sobre un posible cadáver en descomposición Tsk, siente curiosidad y gasta bromas, este no es él - ¿Qué opinas? Lo veo como posible premio novel. [/i]

No aparta la vista de Virgil cuando este empieza a leer, le observa pasar páginas, leyendo párrafos al azar y ella se mantiene en silencio pensando que si le interrumpe puede ganarse su odio eterno, ¿o eso lo tiene ya? Bueno, qué más da. El caso es que cuando él por fin se gira para mirarla ella espera que le diga algo interesante, claro que eso sí que no se lo esperaba. Alza las cejas, sorprendida. De golpe se pone en pie.

- ¡Hay que mirar! –Empieza a empujar la cama, muerta de curiosidad, aunque después cae en la cuenta de algo- Muy gracioso, inútil –Supone que si fuera verdad él se hubiera levantado a ver que era y demás, sin contar con que ¿no debería oler a cadáver en descomposición? El caso es que como apenas ha movido la cama vuelve a sentarse a su lado.- Opino que quien lo ha encontrado se lo queda –y como los reflejos de Virgil dejan mucho que desear le arrebata la libreta y se aleja gateando- quiero saber donde ha escondido todas esas cosas, quizá haya algo interesante.

Se podía imaginar que no le haría mucha gracia y que saldría con eso, que como estaba en su casa él se lo quedaba y si hubiera sido al revés, si estuvieran en su casa, ella también usaría ese argumento, pero ahora quiere la libreta para ella, todos saben que Virgil es un aburrido y que no querrá buscar con ella todo eso, es más, quizá se ponga a analizar al individuo, o le busqué para decirle que como osa dejar aquello en su casa. Sea como sea, le da igual.

- Ha estado muchísimo tiempo aquí, si te interesara ya lo hubieras descubierto, como ahora lo he encontrado yo, me lo quedo, ¡si no fuera por mi ahora mismo no lo sabrías! –De repente es como un par de aventureros peleándose por quien se queda con más botín.

Sigue gateando de espaldas, esperando no chocharse con nada cuando ve como Virgil mueve la mano... ella es más rápida y aparta la libretita, claro que él no iba a por ella por lo que se sorprende y tarda en reaccionar, intenta darle un manotazo, sin saber si es muy tarde.

- ¡Pues te lo robo! Si tienes huevos ve y denúnciame –No sabe porque pero duda mucho que Virgil vaya a ir a la comisaría de policía a decirle que le han robado una libreta que no es de ella. Hubiera seguido con más excusas de por qué se lo debe quedar ella pero como así va a acabar antes, pues... Ahora se centra más en que le ha cogido su pequeña y querida pistola de agua de color naranja, estira la mano para que el chico se la devuelva y espera que no se vuelva quejica o le diga algo como que él también se la roba, porque se levanta y le pisotea la cara.- ¿Yo? Mira, sí, cierto, es mía, me la quedo yo –Es mentira, claro que no la ha escrito ella y seguramente él se dé cuenta porque sabe mentir mucho mejor, pero si con esas se puede quedar con la libreta.

¿Se está ganando qué? ¿eh? Si apenas puede moverse, las amenazas que se las deje para otro día. Lo que hace es gatear hasta pegar la espalda en la pared y le observa desde allí, pensando en varias cosas. La primera es que quiere recuperar su pistola de agua –que ahora está cargada con vodka, molaría que Virgil le diera un trago-, la segunda es que también quiere quedarse con la libreta, la tercera es que la pistola tiene más valor sentimental, y por último, que la libreta vale más para Vigil y quizá cuando se la acabe pueda cambiársela por la libreta.

- Puff... pues bajaré a la tienda de la esquina y me compraré otra –se encoge de hombros, a ver donde se compra él una libreta como aquella. Y sin más continúa leyendo por donde se ha quedado, a ver si pone algo interesante.

Aquello le pilla por sorpresa, esperaba que lo dejará estar, la amenazará o tal vez le intentará robar la libretita, por eso mismo cuando se levanta y se acerca a la ventana el espantos e refleja en su rostro. Se levanta de golpe, si cae se rompe y entonces a dios a todo. No sabe si amenazarle con quemar la libreta o qué, pero si la quema ella también sale perdiendo. Así que solo se acerca a él, con pasos cortos.

- Como lo hagas te hago un placaje que no veas –le amenaza señalándole con el dedo y eso no piensa ser lo único que haga.

- Cierto, tienes toda la razón del mundo.

Lo mejor será que le haga el placaje ahora para poder evitar que la pistolita caiga al suelo y no después. Uy, claro que sabe que es lo que tiene que hacer, esboza una media sonrisa y cierra el cuaderno, dejándolo lo más alto posible, en una estantería, así a él le costaría recuperarlo. El caso es que sin esperar nada más y con un grito de guerra porque ella a veces puede llegar a ser muy entusiasta echa a correr hacia Virguil y le hace un placaje para tirarle al suelo, espera conseguirlo, nunca antes lo ha intentado, pero una vez vio un partido de rugby con un chico, aunque eso fue lo que menos le interesó de la noche.

Aquello no ha ido como esperaba, claro que ha conseguido que caiga, todo sea dicho, solo que ha sido más incómodo de lo que esperaba, supone que para él también, que ha sido el colchón de la caída. Se mordisquea el labio cuando suelta ese gruñido, seguro que se ha hecho daño pero que se joda, ¡quiere su pistola! Así que cuando estira la mano para alejar la pistolita refunfuña.

- Virgil... –empieza a decir, estirando la mano, pero como no llega se pone a cuatro patas, con las piernas a ambos lados de la cintura de él y una mano apoyada al lado de la cabeza del chico, intenta llegar a la pistola, pero le cuesta así que gatea un poco, intentando cogerla.

No, pro suerte al chico no se le ha abierto ninguna de las heridas o dice ella que se vería algo de sangre y de momento nada de eso, mejor que mejor. En cuanto intenta coger la pistola él la mueve hacia el lado contrario y gruñe un poco, aunque no le queda más remedio que detenerse porque al apoyar una de sus manos sobre su vientre ella desiste el movimiento. ¡Y qué exagerado es! Le va a pegar y todo.

- ¿Quieres ver cómo te abro cada una de las heridas a golpes, subnormal? –Le espeta. Intentando volver a coger la pistolita, pero como no llega se centra en otra cosa y aparta la mano de Virgil de un golpe.

A ella lo de la suciedad ahora mismo le da igual, más que nada porque se le ha olvidado y ya ha hecho de escoba al restregarse por el suelo y meterse bajo la cama, pero a lo mejor en otro momento se hubiera metido con Virgil. Alza las cejas al escucharle y se ríe, sin poder evitarlo, ¿Qué le cuidaba?

- Murió –es lo único que dice, ¡nunca le ha cuidado, por favor! En todo caso, la que le salvó la vida, pero sospecha que eso le molestará mucho y prefiere guardárselo para otra ocasión, a lo mejor debería haber dejado que le suplicará que le ayudará. Demasiado tarde para remediarlo. Ignora su comentario y se mueve, levantándose, le mira desde arriba y tentada esta a arrearle una patada, pero lo que hace es acercarse a su mano, con la intención de robarle el juguete.

¿Pero qué está diciendo? En cuanto Virgil empieza a hablar deja de intentar conseguir la pistolita porque sus palabras causan un efecto mayor en ella. Se queda mirándole desde arriba, suponiendo que si no se levanta es porque no puede. Espera a que deje de hablar y tiene que hacer un esfuerzo por no reírse en su cara, sí que es cierto que sentía curiosidad por saber cómo estaba, pero de ahí a venir exclusivamente a eso o a hacerle de enfermera hay un mundo.

- Como cuando eras pequeño te extirparon el corazón es normal que no sepas lo que son los sentimientos y mucho menos que tal vez para una persona algo sea importante, como para mí eso. –Fin. No va a darle más detalles ni más explicaciones.