Casa Malkovich

El sonido del timbre consigue sobresaltarla, siempre lo hace porque no está acostumbrada a escucharla. Pocos son los que vienen a hacerles visitas, incluso el cartero acordó con su padre que irían a recoger el correo, al parecer el servicio no contaba con una lancha y el hombre no pensaba coger una barquita. A ella tampoco le importa, puede ser un asco muchas veces pero se mantiene alejada de la sociedad. Con cuidado se levanta y se dirige hacia la puerta, por la mirilla reconoce a Scott y esboza una sonrisa mientras abre la puerta.

- Mi madre te odia –anuncia, aunque lo dice en tono de broma-, siempre que vienes a casa lo dejas todo mojado –estira la mano para coger una toalla que siempre tiene colgada en la entrada para casos como ese y se la tiende.

- Claro que se niega, si vivimos aquí es porque no quiere que nadie venga a molestarnos, ¿te crees que le hace gracia verte nadar desde la ventana? –Lo dice en un tono de broma pero en realidad es verdad, no es que al hombre le siente mal que vengan a visitar a su hija, es solo que... le gusta estar en paz cuando llega del trabajo. Siempre dice la típica frase de “ahí viene el sujeto nadador, si lo llegamos a saber le ponemos otro poder, como caminar sobre el agua, por lo menos no nos mojaría la casa”- Claro, entra. –Se hace a un lado para que Scott entre y una vez que lo ha hecho cierra la puerta y se lleva una mano a la cabeza. Empieza a dolerle levemente y sabe que eso va a empeorar, duda entre si debería ir a ver a Ev lo que significa arriesgarse a que Virgil la vea o quedarse en casa, aunque probablemente ni si quiera encuentre a su compañera de gamberradas, nadie se lo asegura.

La verdad es que tiene razón, Scott siempre se porta bien, a veces le deja alucinando, con lo bruto que es en algunas ocasiones y lo manso que parece en otras, de verdad que ella incluso a veces piensa que tiene algo raro.

- Es que no he ido –lo que sería normal porque es domingo, pero desde que entró en el laboratorio ha tenido cosas que hacer-, estoy más o menos bien, pero depende ¿quieres la versión corta o la larga? –Supone que querrá hablarle de algo, por eso habrá ido. Se mueve para ir hacia la cocina, esperando que la siga y le mira, ¿querrá algo?

En cuanto se ha sentado se acerca a él y apoya las manos en las mejillas de Scott para poder darle un beso en la frente, no sabe muy bien por qué pero le apetece, de todas formas con Scott puede hacer lo que quiere, es su amigo desde hace muchísimo tiempo.

- ¿Quieres algo? –Aunque la verdad es que no sabe si va a tener mucho de su gusto para ofrecerle, pocas veces sus padres compran algo dulce-. Virgil me ha ascendido –lo que es toda una alegría-, me invitó a cenar para darme la buena noticia y cuando todo terminó me contó que había puesto en mi comida el suero A2, ¿qué es? Muy sencillo, es un suero que da poderes a quien lo ingiere pero también tiene efectos secundarios: vómitos, mareos, hemorragias, temblores y muchas más cosas... –Sonríe con frialdad, que cabrón es.- Espero que eso responda a tu pregunta de cómo estoy.

Asiente con la cabeza y abre la nevera para sacar lo que le ha pedido, de eso sí tienen, así que no le cuesta mucho. Como no sabe si lo querrá o no en vaso decide sacarle uno. Ella por su parte no va a tomar nada, no quiere pasar después el mal trago de echarlo todo. Está a punto de decirle que cierre la boca o le entrará una mosca cuando lo hace el solo, parece que le cuesta creerlo, normal, a ella también.

- Evidentemente sí puede hacerlo, lo ha hecho –así que sí puede-, claro, me he chivado a papá y a mamá –ella no es así, sabe cuidarse solita y decírselo a sus padres no arreglaría nada, sino que lo empeoraría todo. Harían preguntas, ¿por qué querría Virgil vengarse de su hija? Y quizá hasta los echaran, ¿cómo van a echar al jefe del laboratorio? – No son hemorragias internas, me sangra el oído, escupo sangre, me sangra la nariz –aunque eso por ahora no-, de todas formas sí me han dado algo, pero los efectos no tardarán en pasar... –Vuelve a masajearse la cabeza, por lo menos no le tiemblan las manos. – Supongo que no has venido solo a saber por qué no he ido hoy al MIB, aunque sería todo un detalle, ¿qué pasa?

Duda pero finalmente se sienta, no vaya a ser que se desmaye y se caiga al suelo, seguro que también se cae desde la silla pero no es lo mismo, quizá caiga sobre la mesa o a Scott le dé tiempo, aun que a nadie le garantiza que vaya a sufrir todos los síntomas. Niega levemente, no vale la pena decir nada. No va a decirles nada, preguntarían como es que ha bebido el suero y volverían a lo mismo, así que cuando todo se vuelva oscuro se encerrara en su cuarto o irá a buscar a Ev y... hablando de la reina de roma.

- ¿De verdad te fías de ella? Porque todo es un poco confuso. –Pregunta, no quiere ser aguafiestas pero ella no. Se ha comportado bien con Gillian pero eso no significa nada por demasiados motivos, no sabe que intenciones tiene.- Venga, Scott... ¿a qué tienes miedo? Si de verdad te gusta y es de fiar... no deberías esperar más, lo digo en serio.

- Porque me preocupo por ti-es así de simple, apenas la conoce y no sabe como es y si él dice que es de fiar...- Es solo que sabe cosas del laboratorio que una becaria no debería saber, y no hablo de cualquier cosa, Scott, sabe cosas que mucha gente del laboratorio desconoce, ¿comprendes lo que te digo? –Porque lo ha estado pensando y es imposible que Ev haya escuchado algo y sepa la fórmula para que no tenga síntomas, ni ella sabía que hacían cosas hasta hace nada...- Y no sé, apenas pone nada de ella en los archivos, es todo muy misterioso, quien sabe quién puede ser. –Pero una simple becaria no sabe esas cosas y tiene razones para devolvérsela a Virgil, porque no parecía que su mayor hobbie sea destrozar cosa. Suspira al escucharle y le dedica una media sonrisa.- Si no lo intentas... nunca vas a poder controlarte, busca a alguien con quien practicar –Se levanta y empieza a moverse por la cocina, agitando las manos y temiendo que en cualquier momento empiece a sufrir más síntomas, el dolor de la cabeza va a más.

Le mira alzando las cejas y se queda en silencio, pensando. En Rusia no era una simple becaria pero llega aquí y lo es, vamos, como si hubiera perdido todos sus derechos, no s justo, ¿Quién se va de un sitio donde tiene un mejor puesto para ir a otro a servir cafés y fotocopiar? Mantiene la vista sobre Scott y finalmente esboza una media sonrisa, pobre.

- Esta bien –ya le ha dado su charla como amiga así que ahora es cosa de él, si necesita consejo irá a buscarla. Pero conociendo a Scott se pillará por ella, después descubrirá una horrible verdad y se deprimirá. En fin, ella por lo menos sabe de dónde ha salido el tío que le jode la vida y a qué aspira.- ¿Cómo? –Se detiene al escucharle, cuando le ha dicho que buscase a alguien no se refería a ella misma. Esboza una sonrisa e incluso se le escapa una carcajada.

No se imaginaba que se lo fuera a pedir aunque si lo piensa fríamente ¿a quién más se lo iba a pedir? Con ella tiene la confianza suficiente como para hacerlo y la verdad es que pegas no le puede poner, Scott esta bueno y quizá hasta pueda pasarlo bien. Pero en un principio lo decía para que buscara a una chica cualquiera en un pub una noche o ella que sabe ¿Qué contrate a alguien? Vuelve a moverse de un lado a otro pensando las opciones o más bien fingiendo que las piensa porque ya ha tomado su decisión.

- ¿No quieres saber cuál es mi poder?

Se detiene de repente y apoya una de sus manos sobre la encimera, cierra los ojos y se lleva la otra la cabeza. Se ha mareado de repente, se toma su tiempo para tranquilizarse, cada vez se acerca más la hora y la verdad es que prefiere que Scott no este. Suspira y cuando los abre se da cuenta de que las manos han empezado a temblarle, después serán las piernas y en fin, quizá hasta tenga que dormir en el baño si va a volver a sufrir vómitos. Suspira.

- Pues... anular cualquier sentido... –empieza a decir, muy despacio y mientras camina hacia él- durante poco tiempo –supone que si tuviera más practica sería lo que quisiera. Al llegar a la altura de Scott le sonríe y como ha hecho antes apoya las manos sobre sus mejillas y se centra hasta que consigue dejarle ciego, la verdad es que le está costando mucho y eso se suma a su dolor de cabeza, demasiado esfuerzo. Aprovecha que está sentado para acercarse y besarle con lentitud.- Otro día haremos lo que quieras –dice al separarse, aunque mantiene las manos sobre sus mejillas y la cara cerca de la de él- ahora márchate antes de que me ponga peor y ni se te ocurra ofrecerte a cuidarme. –Que es su amigo y le conoce. Pero es lo que menos quiere.

Le suelta con delicadeza y abandona la cocina y con ella también la ceguera temporal del chico.

Desde su dormitorio escucha el timbre, lo que le extraña. A esas horas sus padres siguen en el MIB y siempre llevan llaves así que no pueden ser ellos. Sigue tirada en la cama, debatiéndose entre abrir o no. Finalmente se levanta, con mucho cuidado aunque aun así se marea, dios que asco, esta deseando que sea mañana para dejar de sufrir todos esos síntomas. No debería abrir peor ya que se han tomado la molestaría de ir hacia allí en barco... que menos, por lo menos sabe que no van a venderle nada. Se apoya en la pared y abre la puerta. Se queda petrificada al ver a Virgil.

- Lárgate.