Casa Malkovich

No puede creerse que haya tenido la cara de presentarse allí mismo, hay que ser valiente, casi esta tentada a pegarle una bofetada, pero decide que no va a hacer algo sin planear, con cuidado y sin perder sus oportunidades. Le enfurece que haya ido a regodearse, sobre todo porque hoy no ha ido en busca de Ev para que la ayude. La cabeza le duele horrores y hasta hace poco le sangraba el oído.

- ¿A ver cómo me encuentro? Imposible, en ti no hay nada de bondad –pone los ojos en blanco y cuando dice eso le da un empujón para apartarle de la entrada, sale de la casa y cierra la puerta, no le quiere dentro.- No me vaciles, Manckël, podría vomitarte encima y estropearte el conjuntito –alza las cejas e inmediatamente baja la vista hacia sus manos, temblorosas para variar.

No contesta a eso que dice, ambos saben que si esta allí es para reírse un rato de las penurias que está pasando. Cierra los ojos intentando controlarse para dejar de temblar pero es realmente difícil y ni si quiera le apetece fingir que esta medio mal, apenas ha dormido esa noche y lleva días sin comer porque sabe que lo va a vomitar todo, así que lo único que hace es beber agua, que tampoco es muy agradable. Se coge las manos, pero de nada sirve y se apoya en la puerta, a ver si ahora le van a fallar las piernas.

- Ya, pero el olor hasta tu casa persistiría –esboza una media sonrisa, supone que se compraría otro, duda de que sepa usar la lavadora, seguro que tiene ropa de usar y tirar.- No, no te voy a invitar a entrar porque no eres una visita, solo eres un bicho que se ha presentado en mi casa sin ser invitado.

No, no entraría, tendría que romper una ventana para entrar porque ella no le dejaría. Pero ni se molesta en gastar las energías para decir eso, principalmente porque no va a vomitarle encima. Entre cierra los ojos cuando se acerca a cogerle las manos, como si fuera un amigo que esta allí ayudándola a pasar ese horrible momento, no puede creérselo, esto es totalmente surrealista.

- ¿Y desde cuando quieres ayudarme? –murmura, ayudarla... casi le parece una broma de mal gusto, debe de tener problemas mentales.- Vamos a dar una vuelta, Virgil, con la barquita, eso me relaja. –En realidad le es indiferente. Se deshace de sus manos y echa a caminar hacia la orilla.

- Tienes razón, no me lo creo –Como mucho le preocuparía que a su juguete del mes no le pasase nada, ¿a quien podría envenenar la próxima vez? Camina hasta la barquita y apoyándose en esta se sube y se sienta, a la espera de que él haga lo mismo, sentada por lo menos tiene la certeza de que no se va a pegar una gran hostia si se desmaya, de todas formas solo se ha desmayado una vez y espera que no se vuelva a repetir. Traga saliva cuando dice que no piensa remar, aun así le ignora y le tiende un remo, ella llevará el otro, pero no promete nada, a lo mejor hasta le salpica, mira por donde Con eso de que le tiemblan las manos.- Si no remas te quedarás aquí todo el día, así por lo menos agradece que yo te vaya a ayudar -¿cómo piensa volver si no? Cierra los ojos al sentir que algo le resbala por el cuello y como siempre se lleva la mano al bolsillo del pantalón y saca un pañuelo para limpiarse la sangre que le cae por el oído. Le dedica una gran sonrisa a Virgil.

Le da igual lo que él se crea, en el laboratorio será todo lo que quiera pero allí, en su puta barca, remará. Claro que espera que no haga falta decirlo en voz alta. Deja escapar un suspiro y cuando cree que el oído a dejado de sangrarle hace una bola con el pañuelo. Es entonces cuando lo escucha ahí está, nada más ni nada menos que la gran pregunta. El motivo por el que ha ido a verla, si es que ha ya tardaba. Le mira, perpleja, él creerá lo que quiera pero cuando quiere miente muy bien. Parpadea y frunce el ceño.

- ¿Quién me ayudó con qué? No sé de que hablas, Virgil –Comenta mientras le mira con curiosidad, es imposible que sepa que ha sido ella, se deshicieron de las cámaras y si lo supiera le hubiera soltado un guantazo o algo peor al verla, así que... Además, si estuviera seguro de que ha sido ella también sabría que estuvo con Ev.- No me has preguntado por mi poder, pensé que por lo menos tendrías curiosidad.

Sigue mirándole con cara de sorpresa y niega levemente con la cabeza, como él empieza a remar ella también lo hace, intentando seguirle el ritmo que aunque lo haga penosamente el cansancio de estos días le está pasando factura. Así que no tarda mucho en detenerse, no se han alejado demasiado pero así está bien.

- ¿Contarte el qué? ¿Qué ha pasado en el laboratorio? –Sigue mirándole perpleja y se lleva una mano a la cabeza, si pudiera ahora mismo se la arrancaba- Sea lo que sea lo que haya ocurrido creo que puedes comprobar que no estoy para hacer nada... -Cierra los ojos un segundo y deja escapar un suspiro. Finalmente se coge las manos de nuevo, intentando que dejen de temblarle, lo peor de esto es que no es todo seguido, va y viene.- Sí, hay más... –murmura abriendo los ojos.- Es curioso, ¿mejor una demostración, no? –Alza las cejas y tiene que concentrarse muchísimo para conseguir dejarle ciego, le requiere tanta energía que sabe que después de esto va a dormir durante días, en realidad no está segura de si podrá llegar a casa.- ¿Q-qu-qué... te... –le cuesta hasta hablar- parece? Hay más.

Al parecer no está por la labor de contarle que alguien ha destrozado su querido laboratorio, bueno, eso no es del todo correcto, que alguien ha destrozado solo sus pertenencias. Debe de ser difícil encontrar al culpable sin cámaras y teniendo en cuenta que la mitad del centro le odian, no le extrañaría nada que alguien que no se atreve a enfrentarse cara a cara con él lo hiciera ahora así, a lo mejor hasta la gente se anima al ver esto. Se esfuerza por no sonreír y mantener la misma cara de sorpresa.

- Me tienes en ascuas –dice finalmente aunque se mantiene en silencio cuando observa la cara de sorpresa que pone. No, no tiene que fingirlo, ya la tiene. Esboza una amplia sonrisa divertida que no llega a ver y tiene que esforzarse por aguantar, no le importa ya descansará después ahora se lo va a pasar bien.- ¿Qué... has dicho? –El zorra ese no se le ha escapado. Ignora su siguiente amenaza, continúe o no va a devolvérsela, lo sabe, no se fía de él así que... – Creo que se-será mejor… que mantenga… la… boca cerrada. –Le está costando más de lo que pensaba, el cuerpo empieza a pesarle y el dolor de cabeza se hace cada vez más fuerte, malditos pinchazos. Y en realidad lo de que mantenga la boca cerrada lo dice por su bien. Aprovechando que está confuso y desorientado se acerca a él, moviéndose con lentitud y le acaricia la mejilla durante unos largos segundos para después darle un fuerte empujón y tirarle fuera de la barca, al agua.

Nunca se había sentido así. Y no es por poder tener poderos, que también influye, sino el hecho de tener el control de esa forma. Lo ha tenido en muchas situaciones pero esta es distinta, podría matar a Virgil allí mismo si quisiera y todos sus problemas se acabarían. Podría hacer tantas cosas... y solo tendría que inventarse una buena excusa, sus padres se ocuparían de todo y bueno... al MIB le daría igual porque no hay nadie al mando. Mantiene la vista en la superficie del agua aunque le cuesta debido a la oscuridad y de repente ve unas burbujas y de nuevo allí está la cabeza de Virgil, una sonrisa se dibuja en sus labios y cuando apoya la mano en el borde de la barca ella pone la suya sobre la de él, esta tan cansada, le encantaría poder chuparle la energía o algo.

- Conmigo no... no se jue...ga, Virgil –empieza a decir en un tono alto, pero qué más da allí no hay nadie que pueda escucharles- ¿Te ha... que...dado claro? ¿EEEH? Podría ahogarte aquí mismo –una carcajada se le escapa de los labios, esta tan tentada a hundirle de nuevo, solo tendría que apoya la mano en su cabeza y... dios. Cierra los ojos con fuerza. Bastante ha tenido ya con la cara de pánico que se le ha quedado.

Con cuidado y como si nada hubiera pasado coge la mano de Virgil con delicadeza, de repente se le ha ido todo el enfado y el oído vuelve a sangrarle de nuevo. Deja escapar un suspiro e intenta ayudarle a subir.

Mientras le ayuda a subir tirando con todas sus fuerzas, que en esos momentos son pocas y más con el tembleque de sus manos, piensa que a lo mejor debería acabar con él, sería lo mejor para todos. Pero este pensamiento no lo dura demasiado porque antes de poder hacer otra cosa o seguir nota como la barca empieza a tambalearse para acabar volcando y cayendo al agua. El problema es que eso no se lo esperaba, no había pensado en lo inestable que es y al caer el borde de la barca le da en la cabeza, desorientándola al completo, por lo menos ha caído sobre Virgil

Y así es como murieron Virgil y Gillian

Abre los ojos en busca de algo que la guíe porque por un segundo no sabe dónde está la superficie y donde el fondo del lago pero finalmente la luz de la luna la ayuda y mueve los brazos intentando subir a la superficie con todas sus fuerzas. Esto es demasiado para un día. Cuando sube a la superficie empieza a coger aire a grandes bocanadas, claro que con todo lo que ha pasado ha perdido la concentración y Virgil puede volver a ver y hablar.

Busca el bote con la vista, necesita algo a lo que agarrarse, necesita sujetarse a algo porque incluso piensa que no va a poder mantenerse a flote mucho más. La cabeza ya no solo le duele interiormente sino que cree que debe de haberse hecho algún corte. Esta segura de que el oído le sigue sangrando y las manos cada vez le tiemblan más. No puede con la situación y menos aun cuando lo escucha, Virgil nadando hacia ella. Se gira justo para verle llegar y sin poder hacer nada por evitarlo empieza a estrangularla. Un quejido se escapa de sus labios y lleva las manos a las de Virgil intentando desesperadamente que la suelte, pero apenas tiene fuerzas para eso, que la ahogue no solo significa que la deje sin respirar sino que poco a poco se está hundiendo en el agua, demasiado que hacer. Se mueve todo lo que puede, como si sirviera para algo, intentando respirar con todas sus fuerzas.

- Su... su... élta... me –Le pide, los ojos empiezan a llenársele de lágrimas de dolor, de desesperación. Incluso intenta dejarle ciego de nuevo, desea con todas sus fuerza que funcione.

Por un momento cree que va a matarla, que se va a ahogar y se arrepiente tanto de no haber acabado lo que ha empezado. Cierra los ojos con fuerza mientras intenta coger aire desesperadamente el problema es que como cada vez se hunde más el agua empieza a metérsele en la boca, por la nariz. Ya esta, lo está viendo, incluso todo se ha vuelto negro. Pero de repente la suelta. No sabe porque ha sido y ahora mismo tampoco le importa, la suelta. Saca la cabeza de la superficie, respirando entrecortadamente y cogiendo aire a grandes bocanadas. Se siente tan débil que le cuesta todo, incluso deja de prestarle atención a Virgil y de nuevo el chico puede ver. No le importa si esta lejos o cerca, como puede, torpemente, nada hasta la orilla de su casa. Debe de haber sido bastante patético nadar así pero no puede hacerlo de otra forma, apenas tiene fuerzas y ha sentido que ha tardado una eternidad en llegar. En la orilla se apoya a cuatro patas, escupiendo todo el agua que ha tragado y después se deja caer, dejando escapar varios suspiros. Está agotada, cansada, le duele todo. Tiene frío, las manos le tiemblan y no sabe donde esta Virgil.

Sigue un rato más bocabajo, ajena a lo que está haciendo o deja de hacer Virgil. Finalmente se deja caer y se tumba bocarriba, apoyando una de sus temblorosas manos –aunque sinceramente del frío que tiene ahora mismo le tiembla todo el cuerpo- sobre su vientre. Cierra los ojos con fuerza, está muy agotada y sobre todo lo siente ahora que ha parado, quizá si siguiera en movimiento a pesar de que su cuerpo no quiera no sentiría tanto el dolor. Gira la cabeza para mirar el cuerpo de Virgil, a su lado y sin saber muy bien por qué se le escapan unas cuantas carcajadas de los labios. Está hecha un asco, pero ella se ríe.

La verdad es que si lo piensa detenidamente esa situación no tiene nada de graciosa. Ha estado a punto de morir y ella ha estado a punto de matarle. No sabe qué hubiera pasado si lo hubiera hecho o si él lo hubiera hecho. Pero allí están los dos, hechos un asco y tirados sobre hierba, arena y algunas piedrecitas, en la entrada de la casa. Por su parte sigue riéndose, escuchando como Virgil se une a sus carcajadas, ahora mismo le parece todo tan gracioso, es como si fueran dos niños que han estado jugando y ahora solo se ríen. Gira la cabeza para mirarle también. Y finalmente tras un par de minutos riéndose deja de hacerlo, suspira y se mantiene otro par de minutos tumbada. Esperando a que el dolor remita, pero sabe que o se queda durmiendo allí o entra en la casa. Con mucho cuidado se levanta torpemente, se tambalea una vez que está de pie y se lleva una mano a la cabeza, parece de repente que todo gira pero poco a poco deja de hacerlo. Es entonces cuando camina hasta la casa y entra, se gira para mirar a Virgil, no sabe que piensa y mucho menos que va a hacer, pero aun así deja la puerta abierta.