Casa Malkovich

Se deja empujar e incluso se acomoda un poco en el sofá antes de que él se coloque sobre ella, incluso hasta ha olvidado que ha quedado. Intenta pensar en lo que le acaba de decir y en cómo podría aprovechar lo que aquel plan le presenta, pero el beso en la barbilla incluso la desconcierta un poco. Se le ocurren varias cosas, aunque no acaba de verlo todo... sabe que tiene que pensarlo todo bien, porque esto es algo serio e ir de la mano de Virgil a terminar con todo no es lo que tenía planeado. Levanta la mano para tirar de la camiseta del chico y que se acerque, pudiendo besarle así de la misma forma que antes. Incluso cuando tiene que separarse para respirar no le suelta, para que no se aleje demasiado.

- ¿Y si me niego? -¿Acabará con ella igual que piensa hacer con todos?

Parece demasiado seguro de que ella vaya a aceptar y en cierta manera eso consigue que una vena de rebeldía se instale en ella, como si ya fuera un acto involuntario el llevarle la contraria o hacer algo que pueda molestarle, a punto esta de susurrarle que eso ya se verá. Y en realidad es así, porque aun no ha tomado ninguna decisión, bueno, ha decidido que lo pensará cuando no esté a otras cosas. Pero por ahora no se pronuncia sino que cierra los ojos dejando que bese sus labios y moviendo las manos para colarlas bajo la camiseta del chico para acariciar directamente su piel.

Se estremece al sentir el mordisco sobre su cuello y deja escapar un leve suspiro. Mueve las manos por el cuerpo del chico, acariciándole y subiendo un poco la camiseta, pensando que ya va siendo hora de deshacerse de ella. Aunque las palabras de él la devuelven a la realidad durante un segundo y abre los ojos, esboza una media sonrisa.

- Iba, tu lo has dicho –contesta en el mismo tono. No cree que vaya a perderse mucho y no harán nada que no pueda hacer mañana, así que por ahora, se queda. Mueve la cabeza para buscar los labios de él.

Y de nuevo otro suspiro se escapa de sus labios cuando el chico repite el mordisco, incluso clava un poco sus uñas sobre la piel de Virgil, aunque sin llegar a hacerle demasiado daño. No tiene porque repetirlo dos veces porque ella ya estaba desenado quitarse la camiseta así que lleva las manos a esta y se la saca, después, en cuanto él ha terminado con el botón de su pantalón lleva sus manos a la camiseta de Virgil y se la saca. Aunque debe admitir que el sofá empieza a limitar un poco sus movimientos y se plantea trasladarse al dormitorio.

No le importa donde pueda ir a parar la camiseta y el pantalón, ya se ocupará de eso después. En cuanto Virgil vuelve a acercarse corresponde al beso con pasión, bajando las manos para acariciar el abdomen del chico, los costados y juguetear con el borde del pantalón cuando llegan a este, se mueven por su cintura hasta que encuentra el botón y lo desabrocha, tira hacia abajo todo lo que su postura le permite.

Ya se imaginaba a ella que el pantalón empezaba a molestarle, eso y lo que no es el pantalón. Así que le deja hacer para que se lo quite, teniendo en cuenta que desde esa posición ella poco puede hacer. Aunque sí que arquea la espalda para facilitarle la tarea, sin dejar de acariciarle. Esta tentad a ayudarle al ver que no puede, pero finalmente el chico se las apaña solo. Deja escapar un suspiro al sentir los besos y mueve la mano para acariciar lo único a lo que llega: la cabeza de Virgil. Cuando se ha deshecho de la prenda que le quedaba se mueve para acercarse a él y besarle con ganas. También tira de esa única prenda que le queda a él para que después pase lo que tiene que pasar en el sofá de los Malkovich.

A pesar de que está más que aburrida en su casa, de un lado a otro, se ha dicho que no va a salir, más que nada porque no le apetece cruzar el lago, si es que es muy pesado, el día que se vaya de casa lo hará solo para alejarse de toda esa agua, porque allí lo tiene todo. Al final decide poner un disco aprovechando que puede ponerlo al volumen que quiera, allí no molesta a nadie, y se mueve por la casa bailando. Ay, tardes de martes aburridas. Busca con la mirada su pistolita y se la lleva a la boca, a la vez que aprieta y un chorrito cae. Hum...

En ese mismo instante ha decidido subirse al sofá mientras baila y canta, que esa canción le gusta mucho, por eso mismo tarda un poco en escuchar el timbre, aunque Virgil se dedique a pulsar y pulsar. Al final le parece escuchar un leve sonido, ¿qué es eso? De un salto baja del sofá y se acerca a una ventana, para asomarse, ¡anda, un Virgil! Se acerca a la puerta y la abre para indicarle que puede pasar.

- ¿Has venido a pedirme que te acompañe a por un perro? Sabía que ibas a pedirme opinión –Bromea, sabe que no va a permitir que ella lo escoja.

Pone los ojos en blanco cuando la llama de esa forma, pero tampoco le importa demasiado, allí no hay nadie que pueda escucharlo y malpensar, y si lo escucharan todo el mundo creería que se refiere a que ha matado a una hormiga o es una broma, ¿Quién va a pensar la verdad? Estira la mano para coger la de Virgil y tirar de él para que entre, entonces cierra la puerta y decide bajar un poco el volumen.

- Esta bien, lo acepto Porque aunque no lo acepte acabarás llamándole así –se encoge de hombros. – En fin, ¿a qué has venido? –Espera que no a robarle la libreta.

- ¿Ah sí? No lo he visto, hoy no nos han repartido el periódico –nunca lo hacen y ella no puede ir en un momento a comprarlo, si es sincera no va nunca, es que esas cosas no le interesan lo más mínimo. Alza las cejas y se encoge de hombros, sí, la verdad es que le extraña mucho que Virgil haya decidido ir a verla, no es la primera vez que lo hace pero siempre es porque quiere algo, así que supone que cuando lo vea conveniente le dirá aquello por lo que ha venido.- Oh, sí, una fiesta solo para mí... ¿quieres unirte? –Alza las cejas.

Pone los ojos en blanco, claro que sabe lo que es internet, lo usa constantemente, ¿Qué harían todos sus seguidores sin ella? Por favor, si gracias a su blog tiene muchísimos seguidores en twitter. Lo que pasa es que solo lo usa para las cosas que le interesan y evidentemente ver el periódico hoy no lo es. Esboza una sonrisa y se acerca hasta Virgil, jugueteando con el borde de su pantalón.

- Hum... –murmura- mi pequeña fiesta incluye varias sorpresas y puede que quizá un poco de divertimiento extra -alza las cejas- ¡y vamos a empezar por esta! –Se separa de golpe y coge la mano de Virgil tirando de él hacia unas escaleras que hay al fondo de la casa, empieza a subirlas sin soltarle.

Esboza una sonrisa que no llega a ver cuando le dice que puede que se apunte, si es que en el fondo Virgil no es tan distinto del resto de chicos. Sigue subiendo las escaleras y no tardan en llegar a la pequeña buhardilla a la que pocas veces sube. Suelta su mano y le indica que le siga, se acerca hasta las dos ventanas que hay al frente y las abre de par en par para después apoyar las manos en el alfeizar, impulsarse y salir. Se agacha un poco para mirar a Virgil.

- Venga, ven –le hace un gesto con la mano y acaba por sentarse en el tejado, lo más normal del mundo.

Como no escucha los pasos del chico acercarse acaba por girar la cabeza y mirarle con expresión confusa, ¿pero que hace que no viene? A ver si va a tener miedo a las alturas, no lo cree, parece ser que Virgil no tiene miedo a nada, aunque probablemente después le aterrorice cualquier tontería.

- Es totalmente seguro, he estado aquí miles de veces –le asegura, poniendo los ojos en blanco, como si aquello fuera lo más normal del mundo- ¿o no me digas que te da miedo?